La imagen de la tonicidad del inglés que se presenta aquí tiene una intención esencialmente descriptiva, por lo que no se plantean tesis particulares que demostrar ni se pretende alcanzar conclusiones excepcionalmente reveladoras. Sin embargo, pueden añadirse una serie de consideraciones para complementar y, con suerte, enriquecer lo expuesto.
Una advertencia
El primer punto a destacar es que las excepciones al principio del LLI incluidas en este trabajo no son reglas estrictas, sino tendencias, aunque generalmente bastante fuertes. En algunos casos se ha señalado la existencia de controversias o zonas grises, como ocurre con los demostrativos finales o los pronombres indefinidos que comienzan con every, y también hay fenómenos, como las event sentences, que ni siquiera los más acreditados especialistas han conseguido explicar del todo. Las horas dedicadas a buscar ejemplos resultaron útiles para demostrar que las pautas contenidas en esta taxonomía no están grabadas en piedra y que también se pueden encontrar ejemplos que demuestran lo contrario. Veamos una pequeña muestra de ellos.
Adverbios de tiempo y lugar:
(345) How important is that physical environment when you look back on your childhood? (Eleanor Wachtel; Montreal, Canada).
(346) Ordinary life actually doesn’t involve finding bodies left, right and centre (Alexander McCall Smith; Bulawayo, Southern Rhodesia).
- Preguntas indirectas:
(347) Exploring complexity and how the physical world works (BBC4 unknown speaker).
- Sustantivo + participio:
(348) I ought to have my head examined (Michael Caine; London, UK).
En los ejemplos anteriores, algunos procesos de desacentuación que era previsible que ocurrieran al final no se dieron. Sin embargo, el hecho de que las excepciones a la regla no se observen en el cien por cien de los casos no disminuye su importancia. Solo muestra que el hablante tiene cierto margen de maniobra para aplicarlas según su valoración de la situación comunicativa. En última instancia, esto ofrece una representación más precisa del funcionamiento de una lengua que, en lo que respecta a la entonación, es tan sutil.
El objetivo deseable es que los estudiantes de inglés aumenten su conciencia sobre estos fenómenos y lo que implican. Esto les permitirá escuchar a los angloparlantes de una manera diferente y también mejorar sus propias producciones lingüísticas.
¿Qué puede conseguirse de este modo?
Hay dos grandes áreas sobre las que un buen dominio de la tonicidad tendría sin duda una influencia positiva.
Una mayor naturalidad al hablar
La primera está relacionada con la capacidad de sonar más natural, más cercano al idioma que los anglohablantes están acostumbrados a oír y, lo que es más importante, al inglés que esperan. Una correcta asignación del acento nuclear dentro del grupo entonativo (IP) evitará que nuestro interlocutor se sienta desconcertado por nuestra forma de expresarnos. Así se suavizará ese cierto grado de torpeza inevitable en hablantes no nativos, mejorará nuestra pronunciación y la comunicación entre ambas partes será más eficaz y fluida.
Y, por extraño que pueda parecer a muchos estudiantes, esta nueva habilidad no solo funcionará a nivel de pronunciación, sino también a nivel gramatical. La razón es clara. Los hablantes extranjeros que desconocen las implicaciones que tiene la colocación del acento en inglés en términos de significado son mucho más propensos a recurrir a las estructuras gramaticales de sus propias lenguas maternas. Esto suele llevarlos a construir oraciones en su propio idioma y luego traducirlas, más o menos literalmente, al inglés. Es un método completamente desaconsejable que suele dar lugar a construcciones ajenas a las formas propias del inglés. En el caso de los hablantes de español, debido a la naturaleza de la gramática española, esto conduce a menudo a una sintaxis que se percibe como torpe. Además, es un proceso que opera tanto en el lenguaje escrito como en el oral, por lo que el beneficio que aporta el conocimiento del sistema de tonicidad se extiende también a la escritura.
La tonicidad importa
El segundo punto importante es que la entonación del inglés tiene una gran influencia en el nivel pragmático del idioma. La relación entre la desacentuación y la información conocida está estrechamente ligada a la presuposición, por lo que ofrece a los hablantes una herramienta poderosa de la que deben ser conscientes. Los autores suelen hablar de “imponer presuposiciones mediante la colocación del acento” (Carr, 2013) o de “atribuir conocimiento” (Wells, 2006). Veamos un ejemplo proporcionado por Wells. En la oración
(349) It won’t make the slightest difference / but I shall write and complain.
el hablante está atribuyendo a su interlocutor el conocimiento —o la opinión— de que quejarse no hará ninguna diferencia, y que lo único que puede discutirse se reduce a una cuestión de grado, codificada en el superlativo slightest. Como dice Wells, al dejar la palabra difference fuera de foco, “el hablante impone esta implicación al oyente”. Por tanto, un buen dominio de la tonicidad ayudará sin duda a los hablantes extranjeros de inglés a evitar lo que el profesor Francis Nolan denominó “significado no intencionado” o incluso “ofensa involuntaria” y, al mismo tiempo, les permitirá mejorar sus habilidades comunicativas.
¿Cómo debería enseñarse todo esto?
Es cierto que un buen uso del nivel pragmático del idioma requiere un hablante muy competente. Esto no sería un problema si la pronunciación se enseñara con seriedad desde el principio. Pero la pronunciación siempre ha sido algo así como la pariente pobre frente a la gramática y el vocabulario. Existe una percepción generalizada —una que es especialmente fuerte en España— de que las sutilezas de la pronunciación del inglés pueden ser ignoradas sin que ello perjudique al idioma. Pero es una percepción falsa[1], como espero haber demostrado a lo largo de este trabajo. Y, en cualquier caso, hay una pregunta muy simple que deberíamos hacernos: ¿por qué los estudiantes de inglés deben convertirse en expertos en los cuatro tipos de condicionales, preguntas indirectas y todo tipo de complejidades gramaticales y, sin embargo, permanecer ignorantes de un principio tan fundamental como la Regla del último ítem léxico? Después de todo, no lleva tanto tiempo enseñarla.
Sin embargo, normalmente enseñamos y aprendemos las preguntas con wh- sin la más mínima mención a su patrón entonativo. Estamos acostumbrados a leer libros sobre verbos compuestos e idioms que no indican dónde debe colocarse el acento principal. Y los estudiantes aprenden las oraciones de relativo y las preguntas indirectas sin tener la más mínima idea de cómo pronunciarlas.
Este trabajo pretende ofrecer un buen panorama de cómo la gramática, el significado y la entonación están estrechamente entrelazados y son igualmente importantes. Por ello, me gustaría finalizar con un llamamiento a un enfoque más integrador en la enseñanza del inglés, en el que la pronunciación en general, y la LLI Rule y sus excepciones en particular, ocupen un lugar más relevante.
[1] Incluso a riesgo de ser excesivamente insistente, aprovecharé esta frase para seguir predicando la Regla del último ítem léxico. El lector, en este caso, debe desacentuar la palabra perception —la información dada— en su mente y colocar el acento en false, que constituye lo nuevo.