Introducción al acento oracional

Es una verdad ampliamente reconocida que la pronunciación constituye un elemento central y de especial dificultad en el estudio del inglés. Esto se debe a las complejidades y particularidades propias del inglés como lengua, derivadas de un sistema fonológico intrincado y con gran uso de elementos suprasegmentales, como el ritmo y la entonación. No resulta sorprendente, por tanto, que exista una tradición tan larga de estudios de Fonética y Fonología del inglés. Se trata de una labor que abarca más de un siglo y que se remonta a Daniel Jones, que publicó la primera edición de su English Pronouncing Dictionary en 1917. A partir de entonces, muchos estudiosos de renombre, como Gimson, Halliday o Wells —por citar solo algunas figuras destacadas—, han contribuido con sus esfuerzos a examinar, analizar y desentrañar los a menudo enigmáticos mecanismos de funcionamiento de la pronunciación inglesa. El resultado es un impresionante cuerpo teórico que cualquier estudiante de lingüística puede estudiar, consultar y, con un poco de suerte, ampliar con el paso del tiempo.

Por desgracia, el panorama para el estudiante de inglés como lengua extranjera (English as a Foreign Language, EFL) ha sido mucho menos favorable. A medida que avanzaba el siglo XX y el inglés se iba convirtiendo poco a poco en una lengua franca, el volumen de trabajos dedicados a la enseñanza del inglés (English Language Teaching, ELT) creció de forma exponencial. Sin embargo, mientras la gramática y el vocabulario siempre recibieron un tratamiento suficiente, solo una pequeña parte de esos materiales de enseñanza se destinó a facilitar la adquisición de una buena pronunciación inglesa. Y esa pequeña parcela fue concebida casi siempre como un conjunto de actividades para llevar a cabo en el aula con la ayuda del profesor, cuya intervención dependía, en la mayoría de los casos, más de su intuición o de su condición de hablante nativo que de unos conocimientos sólidos de fonética y fonología. Por tanto, apenas existían obras de referencia, si es que había alguna, dirigidas al no especialista o al autodidacta. Baste señalar, como ejemplo ilustrativo, que la primera edición de English Pronunciation in Use, perteneciente a la mundialmente conocida serie English in Use, publicada por Cambridge University Press, apareció hace tan solo ocho años, en 2007, veintidós años después del que probablemente sea uno de los libros de mayor éxito dedicados jamás a la gramática, English Grammar in Use.

No hace falta decir que la mayor parte de lo que se publica sobre pronunciación se refiere al nivel segmental. Se considera que los estudiantes ya tienen bastantes problemas con las vocales y consonantes del inglés, asunto sin duda ya de por sí complejo, y cuando apenas empiezan a orientarse con los fonemas individuales, los misterios del connected speech vienen a complicar aún más la situación. El resultado es que el alumno rara vez llega al punto de abordar cuestiones como los distintos tonos del inglés, la entonación contrastiva o la colocación y desplazamiento del acento nuclear. Estos temas suelen reservarse para estudiantes realmente avanzados o para quienes cursan un grado universitario en Estudios Ingleses, a pesar de que los rasgos suprasegmentales constituyen un componente fundamental de la lengua inglesa. De hecho, son tan importantes que la ignorancia en este ámbito puede tener graves consecuencias para la comunicación.

Como señala John Wells (2006), los angloparlantes están acostumbrados a lidiar con los errores que los hablantes no nativos cometen en lo referente a los sonidos individuales, la gramática o el vocabulario, pero rara vez son conscientes de que el sistema de entonación del inglés es bastante diferente al de otras lenguas, y muy en particular al del español, tal vez porque la entonación opera a un nivel más inconsciente. No es un tema que se trate en la escuela ni del que se hable habitualmente, y el conocimiento que se tiene sobre ello tiende a ser más implícito que explícito. Por esta razón, los angloparlantes suelen dar por sentado que las producciones de los hablantes no nativos pueden presentar errores gramaticales o imprecisiones léxicas, pero que al menos cumplirán sus expectativas en cuanto a la entonación. Lamentablemente, esto no sucede muy a menudo, lo que produce confusión, malentendidos o incluso da lugar a situaciones embarazosas.

La situación general entre hablantes de inglés y español, en lo que respecta a la pronunciación, dista mucho de ser sencilla. Como ya he señalado, el inglés y el español son idiomas muy diferentes. Sus sistemas fonológicos se encuentran realmente en las antípodas, sin apenas correspondencias entre los fonemas de ambas lenguas, aunque muchos parezcan engañosamente similares, y con otros rasgos como el acento, el ritmo y la entonación funcionando de forma casi opuesta. Esto es una fuente de dificultades tanto para los hablantes de español como para los de inglés, y suele desembocar en un inconfundible acento extranjero cuando un miembro de una de estas comunidades lingüísticas intenta expresarse en la lengua de la otra, un fallo que se produce en ambas direcciones. Resulta por eso evidente que, si los estudiantes españoles de inglés desean alcanzar un nivel aceptable de competencia en pronunciación, es necesario que dediquen un cierto esfuerzo al asunto. Pero, lamentablemente, en el sistema educativo español, siempre centrado en el vocabulario y la gramática, este esfuerzo ha brillado por su ausencia.

No cabe duda de que estos estudiantes españoles, que luchan —o no— con las dificultades de la pronunciación inglesa, podrían beneficiarse enormemente de materiales didácticos especialmente diseñados para ellos. Es decir, materiales que traten de los problemas concretos que deben superar, aquellos que surgen de su propio sistema fonético y fonológico y que no coinciden necesariamente con los problemas que afectan a hablantes de otras lenguas. Pero hasta hace relativamente poco, este tipo de recursos eran escasos y difíciles de encontrar. Afortunadamente, en los últimos años, las obras de Estebas, Mott y Ortiz-Lira han venido a llenar en parte ese vacío.

 

Objetivo de este trabajo

Este TFG se sitúa en el núcleo de los problemas mencionados, ya que su objetivo principal es elaborar una taxonomía de las excepciones a la Regla del último ítem léxico (Last Lexical Item Rule, LLI rule), un elemento suprasegmental al que se presta muy poca atención en las clases de inglés y que, por esta razón, sigue siendo en gran medida desconocido para los estudiantes de EFL (English as a Foreign Language, Inglés como lengua extranjera). Es más, la LLI rule y sus excepciones constituyen uno de esos rasgos del inglés que funcionan, como se ha dicho antes, de manera más implícita que explícita: ni los hablantes nativos ni los estudiantes suelen ser conscientes de ella, pero, por desgracia, también es un aspecto cuya ignorancia puede conducir fácilmente al malentendido.

Este trabajo consiste en una breve descripción de cómo funciona la LLI rule —es decir, cómo se asigna el acento principal dentro de la frase entonativa (intonation phrase, IP)—, seguida de un catálogo completo de situaciones en las que esta regla no se aplica.

La taxonomía resultante tiene dos características principales:

  • Se pretende que sea lo más completa posible. Para ello se apoya en trabajos anteriores de la misma índole e incorpora toda la información disponible y pertinente de manera sistemática.

  • Está respaldada por datos de habla espontánea. Los ejemplos de audio que sirven de base para el análisis no se han grabado en laboratorio, sino que proceden de la vida real.

 

Metodología y fuentes

Dada la naturaleza de este trabajo, se llevaron a cabo dos tipos de tareas distintas.

En primer lugar, fue necesario revisar la bibliografía existente sobre el tema y recopilar de ella todas las excepciones a la LLI rule con el fin de elaborar una taxonomía que fuera completa y útil. Cuando he encontrado puntos de vista divergentes sobre un mismo fenómeno, he intentado reflexionar y analizar los distintos enfoques y, si era posible, llegar a una conclusión. En aquellos casos en los que tenía una opinión propia o pensaba que la información disponible podía matizarse o mejorarse de algún modo, decidí no quedarme en el terreno seguro y arriesgarme a aportar mis propias ideas. Todo esto lo he hecho teniendo siempre presentes los problemas que afectan a los hablantes de español. Así, cuando resultaba pertinente para la discusión, he establecido comparaciones entre las estrategias empleadas por ambas lenguas.

En cuanto a las fuentes y al estado de la cuestión, he encontrado el tratamiento más completo del tema en libros escritos desde la perspectiva de la enseñanza del inglés como lengua extranjera (EFL), principalmente en Wells (2006) y Ortiz-Lira (2000). Las taxonomías de excepciones a la LLI rule que aparecen en esas obras se fusionaron en mayor o menor medida para constituir la espina dorsal de la presente taxonomía, a la cual se añadió información procedente de otros autores. Todas las fuentes están incluidas en la bibliografía al final de este trabajo.

Una parte completamente distinta de la labor consistió en buscar y grabar los ejemplos que ilustran los diferentes casos. Esto supuso muchas horas de escucha de inglés oral. He utilizado principalmente como fuentes entrevistas de radio, programas de televisión y películas. Los hablantes proceden de muy diversas zonas del mundo anglófono, por lo que, junto a un acento RP perfectamente estándar, se encontrarán muchos otros de distintas regiones del Reino Unido, Estados Unidos, Irlanda, Escocia, Canadá y Australia. He aportado información sobre el origen del hablante y su acento con la mayor precisión posible.

El uso de diferentes variedades del inglés en los ejemplos es un rasgo importante de este trabajo y no es en absoluto casual. La razón de adoptar este enfoque es doble. Por un lado, mi objetivo es destacar que el fenómeno analizado aquí no está vinculado a una variedad concreta del inglés, sino que afecta a la lengua en su conjunto. Por otro, sostengo que esa diversidad de acentos ofrece una imagen más fiel y viva de la riqueza del inglés, lo que hace que este trabajo resulte más ameno y, al mismo tiempo, más provechoso. Esto también podría ser una ventaja si se utiliza como material de apoyo en clases de pronunciación de inglés, tal y como es mi intención.

Ha habido ocasiones en las que no contaba con el ejemplo que necesitaba o quería ilustrar algunos conceptos clave de una forma concreta. En esos casos, he diseñado intencionadamente los ejemplos y los he grabado yo mismo. Aunque esto sin duda arroja resultados menos satisfactorios que cuando las grabaciones las realiza un hablante nativo, tiene la ventaja añadida de demostrar si el autor de este trabajo es capaz o no de poner en práctica lo que expone por escrito.

También he analizado algunos ejemplos con el programa informático Praat para mostrar dónde se sitúa el núcleo de la frase entonativa (Intonation Phrase, IP) y describir los procesos de desacentuación que pueden producirse en términos de cambios de frecuencia.

 

Justificación adicional de los contenidos

En un artículo titulado What is important in intonation for EFL? (Wells, 2012), John Wells hace referencia a la intervención de Francis Nolan, profesor de fonética de la Universidad de Cambridge, durante la English Phonetic Conference celebrada en China en 2012. Nolan abordó el espinoso tema de qué aspectos de la entonación deberían enseñarse a los estudiantes de EFL y estableció tres objetivos deseables, junto con tres vías para alcanzarlos (el tercero de ellos situado a considerable distancia de los otros dos en cuanto a prioridad):

  1. La inteligibilidad, que se logra mediante “el dominio de la acentuación (colocación del acento, ritmo y prominencia tonal conseguida con un inventario reducido de acentos tonales)”.

  2. Evitar ofensas involuntarias, objetivo alcanzable mediante “la eliminación de realizaciones fonéticas de los acentos tonales influidas por la L1 que puedan transmitir significados no deseados en inglés”.

  3. El dominio de matices entonativos (con menor prioridad), que implica “la adquisición de un repertorio más completo de contrastes tonales entonativos”.

Wells resume este planteamiento en los siguientes términos, con los que se muestra de acuerdo: “Por lo tanto, Nolan considera que el dominio de la tonicidad del inglés (también llamada acentuación, o colocación del núcleo/tono) es el objetivo más importante, muy por encima del dominio de los detalles más finos de los contornos tonales en los contrastes de tono. Coincido plenamente.”

En otras palabras, ambos expertos consideran que la tonicidad —es decir, la LLI rule y sus excepciones— es un aspecto de importancia capital en la enseñanza de la entonación en EFL, ya que coinciden en que un control inadecuado de este fenómeno puede ser fuente de problemas de inteligibilidad. La tonicidad es, por tanto, el rasgo clave que los hablantes no nativos de inglés deben dominar. Conviene subrayar que tanto Nolan como Wells la sitúan por delante de las otras dos T (tonality y tone) en orden de prioridad [1].

 

Relación con otras asignaturas del Grado de Estudios Ingleses

Existen muchas buenas razones para sostener que el tema de esta tesis guarda una estrecha relación con la mayoría de las asignaturas estudiadas en el Grado de Estudios Ingleses de la UNED. Esta relación es recíproca: las decisiones que el hablante toma en relación con la focalización repercuten en otros niveles lingüísticos —por ejemplo, el sintáctico, el semántico o el pragmático—, y al mismo tiempo es imprescindible cierto conocimiento de los procesos estudiados en esas áreas para poder tomar decisiones acertadas sobre la colocación del núcleo y la desacentuación de algunas partes de la frase entonativa (IP). A continuación se presentan, a modo meramente ilustrativo, algunas conexiones interesantes entre diversas materias del Grado de Estudios Ingleses y la cuestión que nos ocupa.

Inglés instrumental

En este caso, el vínculo es tan evidente que apenas merece mención. Es imposible alcanzar un alto nivel de competencia en inglés sin un buen dominio de la entonación en general y de la tonicidad en particular. Es más, si tomamos el adjetivo instrumental en su sentido más literal —es decir, el inglés concebido como herramienta de comunicación—, el tema que se estudia aquí resulta esencial, ya que un conocimiento deficiente de la posición que debe ocupar el acento dificulta la inteligibilidad.

Gramática / Sintaxis

Es difícil exagerar la importancia de esta conexión. Un rápido vistazo a los contenidos de este trabajo muestra que muchos de los procesos aquí explicados se apoyan en nociones gramaticales o morfológicas (pronombres indefinidos, adverbiales, oraciones de relativo finales no explicativas, copulativas enfáticas, etc.). En ocasiones, estos conocimientos necesarios se vuelven algo más especializados. El concepto de movimiento o transformación, estudiado en sintaxis, es crucial para entender por qué a veces el núcleo se encuentra tan alejado del final de la frase entonativa y la cola es tan larga. Sin embargo, este argumento también funciona en la dirección contraria. No solo la pronunciación depende de la gramática, sino que la gramática necesita de la pronunciación para ofrecer al estudiante una visión completa de cómo funciona la lengua. Por mucho que los estudiantes aprendan gramática, su dominio del inglés siempre quedará, al menos en parte, incompleto si no son capaces de reproducir los textos con los que trabajan —ya sea en voz alta o mentalmente— con la entonación adecuada.

Semántica / Pragmática / Análisis del discurso

Estas disciplinas estrechamente relacionadas abordan fenómenos que se ven fuertemente influidos por las decisiones que los hablantes toman en materia de focalización. Un análisis en profundidad de estas cuestiones excede el alcance de este trabajo[2], pero basta pensar en campos de estudio como la estructura de la información, el análisis de la conversación o la presuposición para darse cuenta de la importancia de poseer un buen conocimiento de la tonicidad del inglés.

Sociolingüística / Variaciones fonético-fonológicas

Como se indicó anteriormente, este trabajo intenta ofrecer un amplio muestrario de variedades del inglés y, al mismo tiempo, establecer una comparación entre las estrategias comunicativas de esta lengua y las del español. Sin duda, los estudiantes interesados en fenómenos como la variación, el bilingüismo o el cambio de código podrían beneficiarse enormemente de conocer los mecanismos que determinan la colocación del acento.

Traducción

La idea de que la entonación —y, más concretamente, la elección del acento nuclear dentro del IP— deba tenerse en cuenta en los estudios de traducción puede parecer un tanto exagerada, pero no es así en absoluto. El lenguaje escrito también se ve afectado por las reglas y procesos de la entonación, ya que los lectores reproducen mentalmente lo que leen[3]. Por tanto, también es tarea del traductor comprender la influencia que ejerce un sistema de tonicidad sobre los textos para poder reformularlos en lenguas donde la tonicidad se decide según otros parámetros. Un pequeño ejemplo: la mayor tolerancia que muestra el inglés hacia la repetición —una de las grandes preocupaciones de los traductores— se entiende mejor si sabemos que, a diferencia del español, el inglés prescribe la desacentuación rutinaria de las palabras gramaticales y de la información conocida, lo cual hace que los elementos repetidos resulten mucho más aceptables. Esta conciencia permitirá al traductor realizar los ajustes necesarios para que el texto no suene monótono en la lengua de destino.

Literatura

Una vez que se asume que para disfrutar de un texto literario el lector ha de «escucharlo» mentalmente, la relación entre entonación y literatura se convierte en una cuestión de puro sentido común. En un plano más práctico, el conocimiento de las reglas de la entonación podría ayudar a los cientos de estudiantes que cada año tienen dificultades para escandir poesía en Ejes de la Literatura Inglesa Medieval y Renacentista.

 

[1] Para una explicación de las tres Ts, ir aquí.

[2] Pese a ello, pueden encontrarse algunas reflexiones al respecto enlas conclusiones.

[3] Un buen ejemplo de este proceso se encuentra en un texto de la novela Matadero 5, de Kurt Vonnegut

 

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